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Todo el mundo en algún momento determinado, más tarde o más temprano, desea volver a casa, como Odiseo deseaba regresar a Ítaca, esa isla que nos vio crecer y donde nos espera una Penélope, u Telémaco o un nosotros mismos. Ítaca es como la meta de nuestro viaje, un recordatorio de que la vida está llena de aventuras y experiencias que nos llevan de vuelta a nuestros orígenes.

Pero Ítaca no es solo un lugar físico; puede ser cualquier objetivo que nos propongamos alcanzar, ya sea grande o pequeño. Como nos dice el poeta Constantino Cavafis, lo importante no es solo llegar a Ítaca, sino disfrutar del camino que nos lleva hasta allí, pero inmersos como estamos en nuestras prisas, es fácil olvidarse del camino, olvidando con ello que es una parte del proceso y, que puede, que sea lo realmente importante.

En nuestro viaje, encontraremos desafíos y peligros, pero como Odiseo, podemos superarlos si mantenemos la mente clara y el corazón valiente. A veces, nuestros mayores obstáculos son nuestras propias dudas y miedos, pero con determinación, podemos convertirlos en aliados en nuestro viaje.

Así que no importa si eres un aventurero experimentado o apenas estás comenzando tu viaje, recuerda disfrutar cada paso del camino. Como dice Cavafis, el viaje es tan importante como el destino, así que aprovecha al máximo cada momento, ya que son esas experiencias las que realmente enriquecen nuestra vida.

¡Buen viaje!

ÍTACA

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

Konstantino Kavafis, 1911